martes, 28 de abril de 2015

¿MEMORIZAR O RAZONAR?

Hace algún tiempo recibí una llamada de un colega que me pidió arbitrar en la calificación de la pregunta de examen. Estaba a punto de ponerle cero a un estudiante por su respuesta a una pregunta de física, mientras que este afirmaba que debería recibir la máxima nota. El profesor y el estudiante acordaron acudir a un árbitro imparcial y me eligieron a mi.

Acudí al despacho de mi colega y leí la pregunta del examen:

“Demuestre como se puede determinar la altura de un edificio alto con la ayuda de un barómetro”

El estudiante había contestado:

“Lleva un barómetro a lo alto del edificio, átale una cuerda larga, haz que el barómetro baje hasta la calle. Mide la longitud de cuerda. La longitud de la cuerda es igual a la altura del edificio”

Le hice notar al estudiante que tenía derecho a una buena nota ya que había contestado a la pregunta correctamente. Pero también le comenté que si le asignaba una buena nota representaría que tuviese buenos conocimientos de física. Y se supone que otorgar una buena calificación, certifica la competencia en física, pero la respuesta dada no correspondía a eso.

Sugerí al maestro que le diera al estudiante otra oportunidad para contestar a la misma pregunta con la advertencia de que la respuesta debía mostrar su conocimiento de la física.

Le di al estudiante seis minutos para responder a la pregunta.

Al cabo de cinco minutos, no había escrito nada. Le pregunte si se daba por vencido, pero me contesto que no. Me dijo que tenía muchas respuestas al problema y que estaba buscando la mejor. 

Al minuto siguiente escribió lo siguiente:

“Lleva el barómetro a lo alto del edificio y asómate sobre el borde del tejado. Deja caer el barómetro, midiendo el tiempo de caída con un cronómetro. Luego usando la fórmula S=1/2 at 2 y calcula la altura del edificio.

En este momento le pregunte a mi colega si estaba de acuerdo en que su estudiante aprobaba. Le dimos al estudiante la máxima nota.

Al salir del despacho de mi colega recordé que el estudiante había dicho que tenía otras muchas respuestas al problema, así que le alcancé y pregunté cuales eran.

“Oh, si, ” dijo el estudiante. “Hay muchas maneras de determinar la altura de un edificio con un barómetro. Por ejemplo, tomas el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro, la longitud de su sombra, y la longitud de la sombra del edificio; luego usando una simple proporción, determinas la altura del edificio.”

“Excelente, respondí.

El estudiante siguió: “Hay un método muy simple que seguramente le gustará.

Toma el barómetro y comienza a subir las escaleras. A medida que se van subiendo las escaleras, se marca la longitud del barómetro a lo largo de la pared. Luego se cuenta el número de marcas y esto dará la altura del edificio en unidades barómetro. Un método muy directo.

Ahora que si quiere un método más sofisticado, puede atar el barómetro al final de una cuerda, balancearlo como un péndulo; con él determina el valor de ‘g' a nivel del suelo y en la parte superior del edificio. De la diferencia entre los dos valores de ‘g' se puede calcular la altura del edificio,

Finalmente, concluyó:

Hay muchas formas de resolver el problema, probablemente la mejor sea llamar a la portería. Cuando abra el portero, le dice: “Sr. portero, aquí tengo un bonito barómetro. Se lo daré, si me dice la altura de este edificio.”

En este momento le pregunté al estudiante si conocía la respuesta convencional a la pregunta y de inmediato contestó que si, pero me dijo que estaba harto de que los profesores esperaran de él la respuesta correcta...esa que todo el mundo dice de memoria.

De regreso en mi oficina, reflexioné largo tiempo sobre este estudiante.

Mejor que todos los informes sofisticados que hasta entonces había leído sobre complejas teorías educativas, acababa de enseñarme la verdadera pedagogía, la que se apega a la realidad. Y pensé: con jóvenes como él, no le temo al futuro.





El estudiante en cuestión era Niels Bohr, físico Danés, Premio Nobel de Física en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones, neutrones y los electrones que lo rodean. Fue fundamentalmente el innovador de la teoría cuántica.



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